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viernes, 5 de diciembre de 2014

Déjate llevar.





“Tú quieres todo de repente, no tengas prisa, no es tan urgente, yo se que baile hay que bailar, tú solo déjate llevar…” Coque Malla y María Rodés.


Y así en un mundo deprisa, con tanta prisa por llegar a ninguna parte. La prisa no se lleva bien con la reflexión, con la coherencia, con la compasión, elementos fundamentales para lograr un buen entendimiento.

Estamos acostumbrados a hacer las cosas deprisa porque no confiamos en nuestras emociones, sabias consejeras que van pasando por nosotros dándonos las pistas y las herramientas necesarias para hacer bien las cosas.

Es tan importante que las cosas se hagan en el  momento adecuado, puede ser tan determinante que puede condenarnos o salvarnos para siempre.

El proceso de separación es un proceso y como tal debe ser lento, meditado, reflexionado. Es fundamental haber pasado por el shock inicial, por la rabia, por la tristeza de la pérdida por lo que podía haber sido y no fue…

Pero las emociones son sabias y va llegando poco a poco la aceptación, la fase en la que se comienza  a ser consciente de lo que nos está ocurriendo.

Y entonces empezamos a pensar con claridad, a escuchar de verdad, a entender que una nueva etapa comienza y la importancia de cerrar bien, desde el respeto por la familia que siempre seremos y desde la madurez que nos ha regalado el propio proceso.

Y entonces pasa más tiempo, nos hacemos más sabios y decidimos agradecer, entonces sí, el divorcio finaliza sin rencor, sin reproches, todo lo contrario, desde el amor.

Observa como te acuestas cada noche, si te invade el ruido o el silencio y observa también como te levantas cada día, resignado por el nuevo día que comienza o feliz por todo lo que queda por descubrir.

No es el tiempo el que todo lo cura, eres TÚ y tu capacidad para inventar el guión, para crear otra historia, para volver a soñar  y para dejarte llevar.



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