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miércoles, 6 de noviembre de 2013



“UN VIAJE CON RUMBO DESCONOCIDO”




“El MATRIMONIO es un viaje con rumbo desconocido, en el que los integrantes deben compartir no sólo aquello que cada uno ignora del otro, sino también lo que desconocen de sí mismos"



El MATRIMONIO y el CAMBIO… cuando nos comprometemos no somos conscientes del viaje que vamos a compartir con una persona en constante cambio físico, emocional, intelectual y espiritual, es decir, las cuatro partes fundamentales en todo ser humano.

Es curioso cómo puede cambiar la perspectiva que tenemos de las cosas, de los conceptos, nuestras creencias, prejuicios y valores.

El matrimonio es una VIAJE, pero no cualquier viaje…aquí no existe un seguro en caso de accidente o pérdida de equipaje, es un viaje arriesgado, sin garantías, abierto al misterio, al aprendizaje, al descubrimiento.

Nos comprometemos un sábado y nos juramos “amor eterno” durante miles de sábados más, ignorando quién es realmente la persona con la que nos hemos comprometido y, quiénes somos en esencia nosotros mismos.

En este viaje es importante  que no nos olvidemos meter en la maleta los siguientes imprescindibles:



LA ESCUCHA, abrir nuestros oídos para entender las palabras y sus interpretaciones.



LA MIRADA, para observar al compañero de viaje como es y no como nos gustaría que fuera.



LA PALABRA, su impecabilidad para no exigir, hacer suposiciones y su correcta utilización para pedir, para preguntar.



LA ACEPTACIÓN, que implica la tolerancia, el respeto hacia el otro, la comprensión y la compasión.



LA AUTONOMÍA PERSONAL, poniendo el empeño para realizar nuestro sueño y cumplir nuestro proyecto vital.



Este último imprescindible sea quizás el más desconocido por varias razones, se nos ha transmitido desde la cuna que debemos encontrar nuestra media naranja, que es sinónimo de  que no seremos personas completas hasta dar con la parte que nos falta.

Ser personas autónomas nos conecta con nuestro proyecto de desarrollo personal, descubrirnos cada día y estar abiertos a la vida y su aprendizaje.

La dependencia en la pareja mata la esencia de la autenticidad del ser humano, su posibilidad de ser único e irrepetible.

Amar nuestra identidad es alimentar nuestra relación de pareja, nuestro proyecto compartido, nuestro rumbo.

Las personas que viven la pareja desde su AUTONOMÍA alimentan cada día la confianza, la coherencia e inevitablemente aprenden que la FELICIDAD es algo que depende de uno mismo, por este motivo serán felices consigo mismos y eligen vivir en pareja para potenciar su propia felicidad.

Amar al otro es amar al diferente, el que nos enriquece, nos nutre con otra forma de ver y entender el mundo, es compañero, confidente y espejo en el que vemos lo mejor y lo peor de nosotros mismos.

Descubrir cada día a la persona que tenemos al lado, no crearnos expectativas de lo que pasará mañana, simplemente dejarnos acariciar por el misterio y el instante del momento, no enfadarnos más de diez minutos pues el “orgullo” nos conduce a un túnel que no siempre tiene salida.



La PAREJA, un reto, una oportunidad para conocernos mejor.



No es la persona que nos ama quien debe saber cómo amarnos. Ella está allí, junto a nosotros, con su capacidad, su energía y su disposición afectiva. Pero somos nosotros quienes le enseñaremos a amarnos del modo en que necesitamos. Vivir con otro lleva  a la afinación y al uso de tres herramientas esenciales: la mirada, la pregunta, la escucha. Mirar, preguntar y escuchar son caminos de ida y vuelta. Cuando soy yo quien se vale de estas herramientas, el otro es mi maestro en el arte de amarlo. Cuando es ella/él quien las toma, yo soy un maestro en el arte de amarme. Así, el vínculo fluye como una interacción entre dos maestros que son, a su vez, aprendices”



(El arte de vivir en pareja, SERGIO SINAY)


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