YO
TENGO UN SUEÑO…
Es curioso cómo
esta nueva forma de afrontar la vida es tan transformadora.
Como he
comentado en anteriores ocasiones, estoy aprendiendo a mirar de un nuevo modo,
a sentir, a pensar…y no puedo dejar de sorprenderme cada día con los cambios
que estoy percibiendo, en mi, en los otros y en el mundo que me rodea, en mi mundo!
Es obvio que el
sol sale todos los días y que todos somos conscientes de su presencia pero, la
luz, brilla de un modo más intenso en unas personas que en otras.
Con “luz” me refiero a consciencia de estar
presente, capacidad de ver belleza, agradecimiento por el simple hecho de
respirar, degustar el día como si de un bombón se tratara.
Pues si, este
fluir y estar a favor me tiene fascinada…es hora de cambiar, de apostar por un
mundo mejor donde podamos ser protagonistas de nuestras historias y no caminar
por inercia.
Podemos cambiar
el mundo cambiando primero nuestro mundo, nuestras emociones, nuestras
palabras, nuestras costumbres, nuestras acciones.
Lo primero es
tenerlo claro, confiar en nuestras capacidades y en el misterio que supone
amanecer cada día.
Si apostamos
por la vida, si confiamos en ella, si nos guiamos por nuestra intuición,
nuestro instinto, todo fluye y ,como el agua, me voy amoldando al cauce del río
continuando mi camino de un modo
natural.
Es hora de
contar nuestros sueños, lo que nos mueve, lo que nos ilusiona y nos llena de
esperanza y ponernos manos a la obra para hacerlos realidad, ¿por qué no?
Yo lo acabo de
hacer, mi sueño es: “dejar el mundo en mejores condiciones de las que lo
encontré…”
¿Cómo? Haciendo lo que más me satisface, acompañando a
las personas en procesos de divorcio “emocionalmente ecológicos” porque la
familia existe antes y después de la separación.
Esta es mi
manera de dejar el mundo en mejores condiciones de las que lo encontré.
Esta es mi misión, la que yo he elegido y en la que me
empeño cada día.
En mi vida
existen tres pilares, la familia, el conocimiento y el placer.
Cuando he sido
consciente de estos valores, todo ha sido mucho más sencillo pues si tienes
claro hacia dónde vas, simplemente vas.
Estos tres
pilares o valores me mueven, me dirigen y las decisiones que tomo a lo largo del día,deben
ser coherentes y estar en armonía con mis valores.
La familia, para mi el origen de mi
existencia y la continuidad de mi esencia, mi trabajo diario para poder
fortalecerla y empoderarla.
El conocimiento, mi alimento, aprender
cada día algo nuevo, esa inquietud por descubrir, por formarme, eterna aprendiz
de todo lo que queda por aprender.
El placer, imprescindible disfrutar de la
vida y todo lo que nos ofrece, desde sus sabores hasta sus olores, la música,
los viajes llenos otros colores, los amaneceres, atardeceres, la lluvia, las
sonrisas, los abrazos, el reposo…disfrutar de todo lo que merezca ser
disfrutado.
La otra parte
tiene mucho que ver con “estar presente”.
Sin ir más lejos, hace un par de días acudí a
un concierto de jazz y me empeñé, a
pesar de que el día no había brillado para mí con la intensidad de costumbre…me
empeñé en “estar” y el resultado fue mágico, pude apreciar la belleza de la
voz, de la música, de la puesta en escena y…me dejé enamorar de aquel
irrepetible momento.
Cuando te
enamoras de “momentos” guardas en tu alma emociones tan saludables e intensas
que después, cuando los días no brillan demasiado, puedes recuperar e
impregnarte de su recuerdo para cambiar la perspectiva de las cosas.
En fin, que
ando por aquí en este pequeñísimo rincón del universo haciendo lo que quiero
hacer, rodeada de personas que me contagian su energía y su amor, que me
nutren, me enseñan y me acompañan.
Soy afortunada, he decidido mirar en esta dirección y
me dejo llevar…
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